El martes di cuenta que mi vocación de artista no estaba divorciada de mi realidad cotidiana. Asistí a la quinta exposición del pintor Ed Vásquez en compañía de mi amiga Marcelle. Tenía varios meses que no asistía a una galería de arte. La última colección a la que asistí, quedé impresionado observando los mejores cuadros de Rembrand, Velásquez y Goya en el Museo Louvre ; desde entonces el mito de las láminas de Historia del Arte II en la universidad habían desaparecido al tener a menos de un metro las pinceladas de las mejores obras de pintores afamados del arte hasta nuestros días.
Volví a tener asiento en primera fila descubriendo entre silueta los trazos a “8 ½” pulgadas de distancia como Federico Fellini sentado en su silla dirigiendo sus mejores caracterizaciones del séptimo arte en los trazos que vislumbraban mis ojos frente a la paleta completa de colores que mezclaban sin timidez el naranja y el azul eléctrico, besando el purpura y el contorno de unas figuras devoradas por el espeluznante y despiadado monstruo de la moda, el esfuerzo abnegable del trabajo continuo, el tropel de unos caballos contemplados por otros ojos que a mi espalda jugaban impresionar su sapiencia ignorada por mí al escuchar su voz con un volumen en alta tonalidad matando el encanto propio del romance que se disfruta entre la belleza de las paredes, el silencio del entorno y el susurro de las palabras que despiertan un morbo inusual frente a las esbeltas piernas de un “attaché” que semejaban ser las dos columnas de la torre Eifel en París. Desde ese momento muchos pusimos en práctica el arte fotográfico captando detalles y rostros con enfoques en primer plano, planos de detalles y rostros mate con sonrisas sepias siguiendo las pautas del maestro Nicéphore Niepce.
Tras los cristales despiadados que reflejaban la luz de algunos “BMW” me parecía escuchar “La Voce della Luna” pidiendo brillar, mientras un mozo sin estilo forzado ofrecía una de las tantas maravillas chilenas en una copa; la noche tenía esencia bohemia . No había fumadores ocasionales ni carcajadas explayadas; algunas miradas formaban una orquesta de complicidad frívola igual a una modelo anoréxica. En una esquina, algunos hacían de ánfora china con sus manos al cinto, apartándola para degustar golosamente el carpaccio de res, los bocadillos y el caviar verde al que me había rehusado probar. De nuevo volví como muchos a mirar esa chica que acarreaba “problemas”, mientras la picardía afloraba en el ambiente, escapando detrás de mis orejas la fragancia marchita “Notte” . Y así, buscándole nombres a las tantas obras “Sin Título”, terminando mi copa número siete de vino social, salí de ese entorno observando la calle con luces tenues y dramáticas como un Picasso, dejando detrás la “Venus de Milo” con brazos ornamentados, dejando también Italia, Francia y Chile para perderme en la leyenda urbana de la ciudad.
3 comentarios:
Valentín, gracias por transportarme a esa galería que yo también disfruté.
De paso, viste el regalo que te dejé en el maegen derecho de mi blog, a propósito de Frankestein.
Besos
Disfruto muchísimo del arte, de hecho, tengo una pequeña colección de arte contemporáneo y no me canso de mirar cada obra con la luz de cada día, de cada momento, de cada estación, ...
Besos con arte :)
Tú eres una completa obra de arte, una creación de luz!
A mi me gusta todo lo relacionado con aires artisticos, desde la pintura, las letras, la musica, el teatro todo, creo que en mi familia hay una vena sin desarrollar, pues con mis hermanos tambien pasa lo mismo, mi hermana es publicista, crea, diseña, escribe, canta, mi hermano canta tambien hermoso, y yo, pues, soy aprendiz...
Un beso tan bonito!
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