"A Fuego Lento" ...

La ropa nadaba por el piso hasta detenerse en los confines de la habitación.

El "exquisito cadáver" estaba servido sobre el tálamo.

Las pupilas embriagadas del deleite de su cuerpo bronce natural levantaron la muralla del deseo que había despertado con el contacto de sus tibias manos y susurrarle al oído pocas palabras al facto utópico de su espera prolongada.

Su gélido aliento desapareció al mirarle entrar por la penumbra de su morbo reprimido; era tan calmada la bulliciosa contienda en que los gemidos acaloraban el paso del éxtasis en que su abrazo infinito le arrastraba al manantial de Shangri-la.

Los dedos de sus manos recorrían el contorno de su silueta cautivante perdiéndose en los alrededores donde Venus erigía su colina.

Los fluidos corporales mezclaron la fragancia perfecta en donde Chanel no tenía protagonismo; sus labios mordisqueaban la oreja donde su cabellera de ébano se recostaba …

El zigzag aumentaba con la tibieza de la lengua que recorría cada rincón de su piel, desde el centro del santuario hasta la planta de los pies y como carretera con curvas de muerte se perdió en la mirada inquieta de sus ojos negros cómplice de la madrugada ambiciosa.

El reloj marcaba las 3:27 a.m.

El silencio entró en romance … los besos hicieron su derroche y las palabras fallecieron con la entrada al séptimo cielo y cada neurona se estremeció por el placer inmensurable del ritmo de caderas exagerando en proporción igual a los quejidos que anunciaban a corto plazo el estallido de un torrente interno, brusco pero igual sensual, lento pero con firmeza …

Y así, despertando del cuarto acto como una obra de teatro, volteé mi cabeza para acomodarla en mi almohada, dejando escapar una sonrisa de satisfacción, mientras la humedad del calor profundo de mi sueño, daba inicio al final de la madrugada ...