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lunes, 24 de noviembre de 2008

"La Última Cena" !!!


Juntos habían protagonizado uno de los romances más hermosos. Su historia se disolvía como muñeco de nieve al llegar el sol de primavera. Ella guardó su sonrisa y se abrigó de angustia. Mutiló las ganas de perderse en el abrazo infinito de su príncipe azul; mordió su lengua y enmudeció.
El empacó sus camisas arrugadas, las mismas que ella planchaba con su cuerpo desnudo en la alfombra que la madre naturaleza tendía para ambos; él olvidó ser trovador y antepuso su orgullo. Olvidó reír. Se hizo aliado de su propia sombra donde enjuagaba las lágrimas que nunca vio llegar. Olvidó el placer de caricias furtivas conduciéndose por el pasillo de la misantropía. Olvidó sus razones y se encerró en su mundo.

Ella palideció con cada amanecer, su blusa color lila palideció también. Ya no sabía que era mejor, ser su enemiga o ignorar todo. Comprendió que no debía olvidar ningún detalle, ni sus besos, ni su aroma inusitada como el perfume que desprende el cedro al calor del verano. Intentó una y mil veces ponerle color a la vida y sentir la libertad al volar de un extremo a otro como colibrí, sintiendo la brisa fría acariciar su cara.
El vistió de negro su cordura y atravesó la escarcha de sus palabras. Sacó sus mariposas del vientre. Viajó sin rumbo fijo hasta besar los cimientos del olvido. De nuevo embarnizó su coraza de orgullo, atrapó los buenos recuerdos en ese talismán y los lanzó a la vía del ferrocarril cruel de la indiferencia. Su barba creció, su voz pausó. Quería olvidar lo inminente, olvidar que podía amar, que extrañaba los besos de su amada al compás de cada luna llena, sin sus tonadas.
Sentados compartían el sabor delicioso del manjar de un adiós; el mismo que ninguno quería ver llegar. Ella moría por apretar su mano y soltarla jamás. El deliraba por voltear la mirada y olvidarse del mundo. La displicencia danzó bajo la mesa poco opulenta, a media luz, sin caprichos, sin luna a media noche. El viento sopló por la ventana donde Poseidón asomó su silueta cruel sepultando los residuos de arena, sueños y mirada de ojos grises.


El dio la espalda y entregó los restos de su vianda al suspiro que ella consumía con las cartas del juego que él había comenzado. Ella lo miraba dentro de su laberinto, sin entender, resignándose a veces; sólo a veces. Juntos, en esa misma sala de luces tenues y paredes ilusorias dejaron que el orgullo cercenara una historia de amor con sendero de final feliz; ahora era simplemente una "Historia para Contar".

10 comentarios:

Dulciblue dijo...

Aveces ese adios que nunca nadie quiere ver llegar es "inevitable" parte de la misma naturaleza que nos lleva a donde pertenecemos.

En ese laberinto donde nadie puede comprender con exactitud la posición en que nos encontramos por que como bien dices en unos de tus post, "Hay que estar del otro lado de la cera para entender¨" y que a medida que pasa el tiempo se complica mas y mas.

Lo mas doloroso es tratar de que lo imposible sea posible y aunque al final no obtengas resultado al menos te queda la tranquilidad de que algo hiciste. En esta historia, a mi entender no fue asi pues los amantes se dejaron llevar por el orgullo y no actuaron de acuerdo a lo que sentían.


Y en toda esta historia quizás falto: "ese último beso" pero eso nunca sucede... ¿cierto?

Un cura dijo...

Posiblemente, dulciblu, ese último beso lo hubiese cambiado todo... tanto que no hubiese sido el último...

Valentín, me gusta tu blog, felicidades y gracias.

el piano huérfano dijo...

Me has atrapado, me has dejado con sabor a más, que bien escribes.
Debo admitir que me ha gustado mucho este post donde nos hacias volar con tus palabras a esas realidades que no son imaginacion, es la realidad, de no ceder de no saber como tratar al amor.

un beso y te felicito por tu maravilloso talento y por tu capacidad de entrar en los sentimientos ajenos

MateoRamirez dijo...

Mi compadreee!! como va? por ahi lo vi en el msn muy tieso y muy majo. Interesantes lineas profundas y atm,bien las noto bastante personales.

Un abrazo

Unknown dijo...

siempre me desarma pasar por aquí, no te aproveches de mi hiper sensibilidad, estuve enfermita y eso es un punto débil.....
te dejo besos

Jassy dijo...

¡Que bonito escribes! Cuanto sentimiento, llegue desde el blog de Roy y si me permites volveré a visitar tu rincon particular
saludos!

Anónimo dijo...

amigo, creo q le agregaria una entrada de otro blogero, intensa despedida, un beso grande, no se, pero.... que le pasa a el mundo?
me encanta esa pelicula de orgullo y prejuicio, me encanta.
un abrazo de tu sabes quien.

VALENTIN dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
luna*azul dijo...

Le agrego la cancion suelta mi mano de sin bandera, le va muy bien. y sera verdad que no es tu historia?

Anónimo dijo...

... es desoladora tu historia. Un millón de besos!

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