En tan solo 17 segundos mi pasaporte desapareció aparentemente sin explicación alguna en el chequeo de aeropuerto la pasada semana antes de abordar el avión. El sentido común me impulsó revisar hasta mis oscuros pensamientos buscando el pliegue doble con boleto aéreo y visa americana. Traté de no agobiarme. Tenía la plena seguridad que el mismo estaba en mano de una de las 10 personas que me rodeaban en la fila, deducción simple y aparente: Dos del personal de chequeo, cinco de los que estaban delante de mí y tres detrás. Por supuesto yo era la pieza clave porque debía poner en orden las escenas del minuto anterior como si se tratara de armar un rompe-cabeza, buscamos insistentemente en todos los recónditos del lugar … NADA. Un poco impaciente y menos desesperado que mis compañeros de viaje y conocidos, me dirigí al staff de la aerolínea explicándole la situación. Yo estaba seguro a raja tabla que mi pasaporte estaba en manos de uno de los pasajeros. Una ejecutiva expresó públicamente que el vuelo no saldría hasta hacer una investigación y revisión exhaustiva a todos los pasajeros para encontrar el documento.
Yo insistía a los pasajeros que estaban en mi cercanía que revisaran bien sus cosas … un gran revuelo invadió la sala. Al cabo de unos minutos, mi pasaporte apareció en las manos de un señor septuagenario. Todos respiramos tranquilo; mientras esperábamos para abordar, se acercaron dos colegas y me preguntaron que ante una situación de tanto estrés, por qué estaba tan calmado. – “Yo me hubiera vuelto loco, agregó, mirándome atentamente uno de ellos; … - “Yo hubiera hecho una crisis y un escándalo tan grande que se hubieran detenido todos los vuelos”, comentó ella, haciendo ademanes dramáticos. Sonreí asentando con la cabeza. Ya en pleno vuelo, pensé un poco en el suceso y supe que aunque muchos entiendan que puedo ocasionalmente parecer de “Sangre Fría”, sustento que mi fe es muy grande, a parte, el control de las emociones ante situaciones es lo que nos diferencia y nos hace ser mejores en la competitividad personal, laboral y sentimental, me refiero a “La Inteligencia Emocional”, la herramienta indispensable en los seres humanos para el manejo de las relaciones interpersonales, con nuestros compañeros de trabajo y nuestro entorno.
Salir a la calle y enfrentar cada día es un verdadero reto, tienes tantas contrariedades con el cambio de humor de cada persona que aunque no lo quieras, terminas contrariado. Yo no dejo que nadie manipule mi estado de ánimo, que dañe mi humor, pienso que si alguien no es capaz de hacerme explayar una carcajada (sin que sea un payaso), tampoco tiene por qué ponerme aprensivo. Todos los días llego con la misma cara de siempre a mi entorno laboral, no importa que me haya caído un aguacero, o un concierto de bocinas en las calles o que el “calentamiento global cause estragos a los pingüinos y humanos”. Siempre llego de buen humor. Hace justo dos semanas, me preguntaba una compañera nueva de trabajo, que como hacía para tener tan buen humor ante el abrumo de trabajo que tengo; FACIL! Le contesté, cuando trabajas con energía, alegre, con optimismo, todo te sale más ligero. Muchas personas se preguntan o afirman que todo le sale mal cuando están en apuros, pero la predisposición ante el estrés hace que no pienses razonablemente, que alteres tus emociones y te salgas de control. Todos nos enojamos, en un momento dado, nos invade la ira, el estrés, la rabia, etc. Es normal, pero que te quedes atrapado (a) en este círculo vicioso que destruye tus neuronas y lastimas a los que están en tu entorno, obstaculiza una comunicación efectiva y dar el mayor potencial en lo que desempeñas. Cuando estoy exaltado, incómodo o me invade la ira por alguna circunstancia, necesito al menos 5 minutos a solas para calmarme, para no entrar en discusión acalorada que pueda irrumpir mi paz; es de sensatos reflexionar antes que llegar a ser impulsivos y coléricos.
Cada ser humano desarrolla una estrategia de supervivencia ante el medio ambiente que se desenvuelve, algunos para no mostrar sus debilidades, otros para escalar y hacerse superiores. Algunos apenas usan la parte más primitiva del “cerebro reptil” para responder a la búsqueda de necesidades fisiológicas y respuestas mecánicas. Cuando somos capaces de reconocer y aplicar nuestros sentimientos, estamos presentando un equilibrio dentro de esa inteligencia emocional que nos impulsa a mantener el número perfecto que va mas allá de los esquemas gerenciales. Estoy totalmente de acuerdo y sé que muchas personas por más inteligentes que aparenten, si no manejan bien los acápites de las “7 S” serán el blanco perfecto ante la prisa desmedida del siglo y el equilibrio emocional para una vida plena.
Una persona sana, simpática, serena, sencilla, sincera, servicial y sinérgica difícilmente colapse ante la competencia humana que nos exige ser mejor persona, mejor profesional. Quienes procuran hacer ver a los demás que son felices con insistencia, encierran muchas veces una infelicidad interna, la sencillez no se adquiere, ni la simpatía se compra, tampoco podemos disfrazar la serenidad si no somos así, estaríamos quebrantando la ley de la sinceridad.
Mi odisea de viaje, me hizo entender que las situaciones tienen mejores resultados cuando piensas razonablemente y no das cabida al prejuicio, a la ira o a estallar ante un problema minúsculo. Al final, el señor que por error había tomado mi pasaporte, resultó ser el padre del vicepresidente de la línea aérea que abordaba el mismo avión que yo, supongamos que hubiera sido grosero, o hecho un escándalo a este señor que por su edad se le perdonan muchas cosas ( él tomó sin fijarse el recipiente plástico donde había puesto mi pasaporte en lo que procedía a quitarme la correa y despojarme de cualquier cosa metálica que hubiera en mis bolsillos, zapatos, etc. Todo ocurrió en fracciones de segundos)
Yo insistía a los pasajeros que estaban en mi cercanía que revisaran bien sus cosas … un gran revuelo invadió la sala. Al cabo de unos minutos, mi pasaporte apareció en las manos de un señor septuagenario. Todos respiramos tranquilo; mientras esperábamos para abordar, se acercaron dos colegas y me preguntaron que ante una situación de tanto estrés, por qué estaba tan calmado. – “Yo me hubiera vuelto loco, agregó, mirándome atentamente uno de ellos; … - “Yo hubiera hecho una crisis y un escándalo tan grande que se hubieran detenido todos los vuelos”, comentó ella, haciendo ademanes dramáticos. Sonreí asentando con la cabeza. Ya en pleno vuelo, pensé un poco en el suceso y supe que aunque muchos entiendan que puedo ocasionalmente parecer de “Sangre Fría”, sustento que mi fe es muy grande, a parte, el control de las emociones ante situaciones es lo que nos diferencia y nos hace ser mejores en la competitividad personal, laboral y sentimental, me refiero a “La Inteligencia Emocional”, la herramienta indispensable en los seres humanos para el manejo de las relaciones interpersonales, con nuestros compañeros de trabajo y nuestro entorno.
Salir a la calle y enfrentar cada día es un verdadero reto, tienes tantas contrariedades con el cambio de humor de cada persona que aunque no lo quieras, terminas contrariado. Yo no dejo que nadie manipule mi estado de ánimo, que dañe mi humor, pienso que si alguien no es capaz de hacerme explayar una carcajada (sin que sea un payaso), tampoco tiene por qué ponerme aprensivo. Todos los días llego con la misma cara de siempre a mi entorno laboral, no importa que me haya caído un aguacero, o un concierto de bocinas en las calles o que el “calentamiento global cause estragos a los pingüinos y humanos”. Siempre llego de buen humor. Hace justo dos semanas, me preguntaba una compañera nueva de trabajo, que como hacía para tener tan buen humor ante el abrumo de trabajo que tengo; FACIL! Le contesté, cuando trabajas con energía, alegre, con optimismo, todo te sale más ligero. Muchas personas se preguntan o afirman que todo le sale mal cuando están en apuros, pero la predisposición ante el estrés hace que no pienses razonablemente, que alteres tus emociones y te salgas de control. Todos nos enojamos, en un momento dado, nos invade la ira, el estrés, la rabia, etc. Es normal, pero que te quedes atrapado (a) en este círculo vicioso que destruye tus neuronas y lastimas a los que están en tu entorno, obstaculiza una comunicación efectiva y dar el mayor potencial en lo que desempeñas. Cuando estoy exaltado, incómodo o me invade la ira por alguna circunstancia, necesito al menos 5 minutos a solas para calmarme, para no entrar en discusión acalorada que pueda irrumpir mi paz; es de sensatos reflexionar antes que llegar a ser impulsivos y coléricos.
Cada ser humano desarrolla una estrategia de supervivencia ante el medio ambiente que se desenvuelve, algunos para no mostrar sus debilidades, otros para escalar y hacerse superiores. Algunos apenas usan la parte más primitiva del “cerebro reptil” para responder a la búsqueda de necesidades fisiológicas y respuestas mecánicas. Cuando somos capaces de reconocer y aplicar nuestros sentimientos, estamos presentando un equilibrio dentro de esa inteligencia emocional que nos impulsa a mantener el número perfecto que va mas allá de los esquemas gerenciales. Estoy totalmente de acuerdo y sé que muchas personas por más inteligentes que aparenten, si no manejan bien los acápites de las “7 S” serán el blanco perfecto ante la prisa desmedida del siglo y el equilibrio emocional para una vida plena.
Una persona sana, simpática, serena, sencilla, sincera, servicial y sinérgica difícilmente colapse ante la competencia humana que nos exige ser mejor persona, mejor profesional. Quienes procuran hacer ver a los demás que son felices con insistencia, encierran muchas veces una infelicidad interna, la sencillez no se adquiere, ni la simpatía se compra, tampoco podemos disfrazar la serenidad si no somos así, estaríamos quebrantando la ley de la sinceridad.
Mi odisea de viaje, me hizo entender que las situaciones tienen mejores resultados cuando piensas razonablemente y no das cabida al prejuicio, a la ira o a estallar ante un problema minúsculo. Al final, el señor que por error había tomado mi pasaporte, resultó ser el padre del vicepresidente de la línea aérea que abordaba el mismo avión que yo, supongamos que hubiera sido grosero, o hecho un escándalo a este señor que por su edad se le perdonan muchas cosas ( él tomó sin fijarse el recipiente plástico donde había puesto mi pasaporte en lo que procedía a quitarme la correa y despojarme de cualquier cosa metálica que hubiera en mis bolsillos, zapatos, etc. Todo ocurrió en fracciones de segundos)
Las personas con habilidades para tener control sobre sus emociones son las que tienen el mayor grado de ser líderes, de ser más productivos, son capaces de concentrarse y pensar con claridad; hoy día muchas empresas miden nuestro desempeño emocional, nadie quisiera tener como compañero de trabajo alguien que llegue a la oficina con un dispositivo activado de ira o que te haga pagar los platos rotos de su día.
6 comentarios:
Hola Valen!!!
A eso diria yo que es verdaderamente "autocontrol"...pocos tenemos esa cualidad!!!
saludos niño!
Bueno hay un principio cristiano que dice que no debemos permitir que nuestras emociones nos gobiernen a nosotros, y eso es muy cierto y claro eso lo llamamos control y la inteligencia emocional es un principio muy importante en nuestras vidas para poder meditar y tener ese control que necesitamos de nosotros mismos en momentos difíciles.
Sabes hay ciertas circunstancias que a veces me hacen perder el control, pero a través de los años la he ido mejorando aunque a veces no puedo.
Yo aprendí a ser feliz por mi mismo independientemente de si tengo a alguien a mi lado o no, y si hay alguien pues bienvenido sea.
Es bueno el autocontrol y creo que una sonrisa siempre da una carta de presentación de calidad y de capacidad y de generosidad.
No hay nada más feo que ver esos rostros tan rígidos y tan tensos ante las vicisitudes de la vida, que contaminan todo a su alrededor.
Feliz retorno tuviste y muchas experiencias.
Saludos
Valentín
Admiro tu capacidad.
Justamente cuando esta semana me dejé dominar por la ira.
Tal vez, me justifique ante mis ojos.
Pero es cierto que podría haber implementado una estrategia más astuta.
O no.
me gustó mucho tu post.
Me parece un tema super interesante.
Lucho cada dia por este ideal: "saber manejar mis emociones". Una buena dieta, tiempo para el descanso, una rutina de actividades fisicas pueden contribuir a mantener las emociones de cada dia en un estado de equilibrio. No podemos olvidar el ambito espiritual, el padre de la paz, Dios que es la calma en medio de la tormenta.
Un besote!
TE FELICITO POR ESA PACIENCIA QUE TUVISTE CON LA PERDIDA MOMENTANEA DE TU PASAPORTE, YO HUBIESE ESTALLADO COMO UNA CHICHARRA,LA PACIENCIA QUE TUVISTE TE AYUDO A QUE APARECIERA, FUE COMO UNA PRUEBA QUE EL ALTISIMO TE PUSO A VER QUE HARIAS Y COMO SUPIERAS QUE EL TE OBSERVA LO HICISTE
BRAVOOOOOOOO TE FELICITO!!!!!!
Hola Valentin!!!
Estoy algo acelerada, no he tenido mucho tiempo en los últimos días, así que tendré que ponerme al margen de tus escritos...ando lenta-LENTA.
Este lo leí junto a mis amigas, nos encantó; sabes, en teoría entiendo y soy participe de toda esa situación, lo duro es entrarle a la práctica. Hay situaciones que no nos alteran, ahí puedo decir que me ``controlo´´, que tomo las cosas con calma, lamentablemente eso se da cuando las cosas no me importan tanto. Por ejemplo, en el caso del pasaporte tampoco habría reaccionado súbitamente, pero si alguien se interpusiera entre la felicidad de uno de mis seres queridos o les sucediera algo...pierdo el hilo de la razón.
Me despierto intentando ser mejor persona, porque (al igual que tu) soy optimista y creo en la voluntad.
PD. TODO eso que escribiste es verdad-VERDAD...clap-clap!!
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