Ahí estaba yo, con asiento en primerísima fila de nuevo, compartiendo escenario en cotidianidad laboral con modelos en todas las expresiones artísticas que de seguro si hubiera tenido oportunidad de captar todos sus gestos, poses inusuales y descomposición humana de espontaneidad, probablemente hubiera tenido conmigo el mejor álbum fotográfico en blanco y negro; ahí, en la penumbra de un camerino, complicidad, carcajada, laca, perfume indeleble y mirada morbosa con respiración sigilosa, propia del calor de una noche apresurada, retraté un fragmento atrapado en paredes forradas y música electrónica.
Una extasiaba sus piernas infinitas en el forrado piso, casi desnuda, con un bikini tan diminuto, colaborando en justa dimensión con la campaña de preservación al medio ambiente para combatir el calentamiento global. Otra arqueaba y extendía sus extremidades como si danzara la más sensual canción de las “mil y una noche” … Otra ajustaba el corpiño que hacía casi explotar su busto blanco “cero cero” ondeando su cabeza mientras su dorada cabellera con neuronas dibujaban fantasmas en sepia. Otra maquillaba todo el cuerpo de una delgada morena; deslizaba sus manos por el abdomen de la misma bajando sus manos lentamente hasta donde la gracia perdía el nombre y desataba el inframundo de mi pensamiento nocturno; Otra sacaba de su espalda la vanidad escondida mirándose al espejo infinitas veces, con tacones tan altos como la estatua de la libertad. El soñar de las alhajas en sus cuellos, parecían sonajeros, me acordaba el sonido peculiar de las campañillas que cuelgan de las vacas indomables.
Otra, escenificaba la inmortal obra de Botticelli “El Nacimiento de Venus”, cubriendo con un brazo su busto mediano, con prisa, escapando un pezón de sus dedos lánguidos, sin esmalte escandaloso. No había tiempo para colorear el pensamiento ni pensar en voz alta; los segundos impacientaban sus caderas con curvas sin lipoescultura, con matices bronce de piel trigueña. Otra se recostaba de un pequeño desván, esperando en la monocromía de su pantaleta sensual, la indicación para arribar a la plataforma y transformar su sencillez en vanidad consumista.
Los disparos de flash, luces, licor y “rave” sepultaban el final de una jornada cansona, pero feliz al terminar con aplausos infinitos y sonrisas radiantes… y así, mirándoles volver a la cotidianidad de sus vidas, quitándose el exceso de labial, sus escandalosos accesorios, tacones asesinos, y cámaras, convergimos en la noche con escenario de las olas del mar revoleteando en nuestra espalda, donde no habían residuos de poses ni vanidad.
Una extasiaba sus piernas infinitas en el forrado piso, casi desnuda, con un bikini tan diminuto, colaborando en justa dimensión con la campaña de preservación al medio ambiente para combatir el calentamiento global. Otra arqueaba y extendía sus extremidades como si danzara la más sensual canción de las “mil y una noche” … Otra ajustaba el corpiño que hacía casi explotar su busto blanco “cero cero” ondeando su cabeza mientras su dorada cabellera con neuronas dibujaban fantasmas en sepia. Otra maquillaba todo el cuerpo de una delgada morena; deslizaba sus manos por el abdomen de la misma bajando sus manos lentamente hasta donde la gracia perdía el nombre y desataba el inframundo de mi pensamiento nocturno; Otra sacaba de su espalda la vanidad escondida mirándose al espejo infinitas veces, con tacones tan altos como la estatua de la libertad. El soñar de las alhajas en sus cuellos, parecían sonajeros, me acordaba el sonido peculiar de las campañillas que cuelgan de las vacas indomables.
Otra, escenificaba la inmortal obra de Botticelli “El Nacimiento de Venus”, cubriendo con un brazo su busto mediano, con prisa, escapando un pezón de sus dedos lánguidos, sin esmalte escandaloso. No había tiempo para colorear el pensamiento ni pensar en voz alta; los segundos impacientaban sus caderas con curvas sin lipoescultura, con matices bronce de piel trigueña. Otra se recostaba de un pequeño desván, esperando en la monocromía de su pantaleta sensual, la indicación para arribar a la plataforma y transformar su sencillez en vanidad consumista.
Los disparos de flash, luces, licor y “rave” sepultaban el final de una jornada cansona, pero feliz al terminar con aplausos infinitos y sonrisas radiantes… y así, mirándoles volver a la cotidianidad de sus vidas, quitándose el exceso de labial, sus escandalosos accesorios, tacones asesinos, y cámaras, convergimos en la noche con escenario de las olas del mar revoleteando en nuestra espalda, donde no habían residuos de poses ni vanidad.
7 comentarios:
Mi cyber-friend Valentín, tengo para RE-informarle que me sobre-encanta su forma TAN descriptiva de dibujar una escena...recorcholis, si que te gustan las chicas :P
PD.: Tengo curiosidad...digo, si se puede saber...verdad que ese no es tu nombre de pila?
compa me encanto ese super desfile las modelos muy lindas y se manejaron muy pero muy bien y usted como siempre buen trabajo y buen escrito.
grax compa
mmm pero como, cuando, donde k no me entere?
mejor descripcion no puede haber.. pero ojo nos estamos volviendo, vanidad y lujo... estan vendieindo la belleza de una forma tal de k si una mujer no es delgada y con rasgos fisicos "Xs" no es bella, naa eso es relativo, pero en este mundo k cada vez esta mas plastico no se puede esperar mucho.. saludos srrrrrrrr
mmm pero como, cuando, donde k no me entere?
mejor descripcion no puede haber.. pero ojo nos estamos volviendo, vanidad y lujo... estan vendieindo la belleza de una forma tal de k si una mujer no es delgada y con rasgos fisicos "Xs" no es bella, naa eso es relativo, pero en este mundo k cada vez esta mas plastico no se puede esperar mucho.. saludos srrrrrrrr
Fuiste un privilegiado radar de vanidad.
Un abrazo, Valentín.
José Roberto Coppola
Un buen relato hace que la imaginacion vuele y sentir que estuvimos en esa seción!
=D
Y despues dicen que todo se queda detras de camara....Jum....jejeje. Al parecer ese evento estuvo mejor de lo que uno podria imaginarse....modelos ummm....comida....ummmm, camaras, luces accion jejej
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