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jueves, 15 de octubre de 2009

Complejidad Humana de la Costumbre ...

Ayer en la mañana, mientras me vestía para correr en el parque mirador, escuché a mi vecina llorar y lamentarse desconsoladamente; no era para menos, hace apenas una semana que su esposo, su compañero de toda una vida, falleció. El mes pasado su matrimonio arribó el aniversario de plata, 50 años compartiendo juntos algo más que una vida, una entrega en la que sentimientos, conflictos, puntos de vista diferentes, carácter y cotidianidades se fundían en un elemento convergente formado por el eslabón perdido de quienes desconocen el verdadero significado de la convivencia, compenetración y equilibrio dentro de la relación por medio de la constancia interrumpida, la sinceridad y el destierro del egoísmo formando el cimiento que nos aturde, nos hace colapsar y hace de nuestras vidas un caos cuando es arrebatado de nuestro lado, estoy refiriéndome a la "Complejidad Humana" de la “Costumbre”.
Los seres humanos respondemos positivamente a los estímulos agradables, a sentir que somos amados, queridos, valorados y que le importamos a “alguien”… Difícilmente nos rehusemos aceptar un buen trato, una distinción o un gesto afectuoso sincero hacia nosotros. Durante todo el trayecto, mientras trotaba, sentí un poco de añoranza por la distinción que durante la adolescencia solía tener por parte de mi familia y aunque ese vínculo no se haya perdido, valoras y extrañas algunas cosas cuando ya no están contigo, cuando no las tienes y sabes que debes echar a volar tus ideales sin a veces tener alas. Muchos sustentan que la costumbre es más fuerte que el amor; pero dentro de ese sentimiento inexplicable podríamos afirmar que la costumbre es la zapata de esa ingeniería sencilla que muchos insisten complicar; es la columna vertebral que ratifica un sentimiento consolidado… Pero, que pasa cuando la costumbre rompe un lazo muy arraigado? Qué pasa cuando la frecuencia con que nos administran esa costumbre es aplicada con un cuentagotas mezquinamente? Nos convertimos en mendigos? Buscamos la manera alterna de seguir disfrutando de la comodidad a la que hemos estado acostumbrados? Despertamos de la placidez de nuestro nirvana para darnos cuenta de la desnudez que embarga nuestras razones y comenzar desde cero nuevamente?

En una relación de cualquier índole se establecen vínculos y dentro de los mismos, hacemos empatía y se cultiva la confianza sin importar a veces el tiempo de esta. No sabemos como nos asimilan las personas en nuestro alrededor; nos acostumbramos a una llamada telefónica, a un simple “Que tal”, un abrazo, saber como estuvo tu jornada laboral, como te fue de viaje, tu salud, etc.… Si bien es cierto que nuestra especie posee una capacidad vertiginosa de adaptación circunstancial, es bueno y válido aclarar que se necesita un tiempo prudente para independizarnos de ese lazo que ataba esa relación. Una ruptura sentimental, un adiós o la muerte de un ser querido, son situaciones difíciles de olvidar. En el primer caso, el tiempo, las ganas y fuerza de voluntad extrema nos ayudan a salir del circulo vicioso al cual nos rehusamos olvidar; el segundo, si esta despedida es simplemente un “hasta luego”; la esperanza es el consuelo oportuno de resistencia. En el caso de la muerte, nos queda únicamente asimilar y comprender a disgusto cuan asegurada está la misma en cada persona, es ineludible, ocasionalmente cruel; es el sello que permanecerá contigo en el archivo de sonrisas y recuerdos gratos de esa persona.

En 50 años de convivencia las mascaras han desaparecido y los puntos medios han convergido en el centro de la circunferencia matrimonial donde cada quien ha moldeado su carácter para formar un solo núcleo; cabe resaltar que las parejas que alcanzan o han alcanzado esta posición pertenecen al siglo pasado donde nuestros ancestros tenían en muchos casos, la potestad de encarar un matrimonio con póliza “hasta que la muerte los separe”. La costumbre es como tu prenda preferida, necesitas tenerla cerca, contigo y aunque no la uses, entras en pánico si se extravía. Aunque al final, sin hacer responsables a ciertas personas que juegan con las emociones de los demás, muy por encima de tener piel, respirar o acomodarnos a la placidez de las buenas acciones, palabras y muestra de cariño, buscamos miles de alternativas para subsistir … Regresé de correr 45 minutos mas tarde y escuché un silencio inusual, mi vecina no lloraba, probablemente rodearía su día perenne sin la presencia de su esposo en los rincones de la casa; probablemente postergaría sus lágrimas y lamentos para después o silenciaría su dolor encerrando este sentimiento en el recuerdo profundo de su alma donde está prohibido olvidar …


8 comentarios:

Zab dijo...

Desde mi punto de vista, creo que LA COSTUMBRE es parte del amor. Nos tenemos que acostumbrar a tantas cosas, si algún día pretendemos vivir en paz.

Más EL AMOR no es siempre parte de la costumbre. NO creo que Amaré nunca ciertas cosas a las cuales yá me he acostumbrado. Por esa razón, LA COSTUMBRE ES PARTE DEL AMOR, PERO EL AMOR, NO SIEMPRE ESTA CON LA COSTUMBRE.

SALUDOS

Alexander Corleone dijo...

Que post mas interesante, la verdad es que no hay nada mas fuerte que la costumbre, y despues que estas acostumbrado algo y lo pierdes, es muy dificil volverte acostumbrar...

por otra parte, de donde consigues esas imagenes tan buenas...

saludos

Anónimo dijo...

no creo que la costumbre forme parte del amor, tal vez del querer, aunque no estoy muy seguro si costumbre y rutina pueden lograr ser palabras diferentes; perdona si no he pensado demasiado, pero estoy un poco cansado.
cuidate^^
un abrazo,
Correr por las mañanas, me encantaria, pero la pereza del sueño puede mas.^^

CalidaSirena dijo...

Como siempre que entro a tu rincón, me llegas al interior y no dejo de reflexionar.. Hay costumbres a las que es duro tener que desacostumbrarse, como la de venir a leerte..
Un beso muy dulce mi querido amigo

la bellevilloise dijo...

el tema de la costumbre es compleja, pero es que es difícil a esas alturas conservar la pasión..
aunque yo siempre me pregunto, que pasaría si vagaramos por el mundo, como el personaje de Into de Wild, buscando alejarnos de este tipo de relaciones de dependencia?
sufriríamos menos y seríamos más libres?
saludos valentín!

M dijo...

pero que mas da si esa costumbre como dices la buscamos en otra persona? Claro cuesta tiempo hacerlo. O será que el amor solo se muda de casa?

Mel C. dijo...

Saludos, de pasada observando los blogs participantes. Mi pana ya se acaba de ganar un voto más. Lo invito a que le eche un vistazo a un blog también diferente urbano personal. Desde la Gran Manzana♪♫♪

soy Mel

hadama dijo...

¿hola! me gusto el escrito de tu entrada y mire tu blog el cual es de mi agrado me puse como seguidora para poder visitarte un cordial saludo te dejo algo que escribí yo sobre este tema . te invito a mi rincon sin dingun compromiso chau *
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pensando en ti
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estas aquí amor aunque no este clavado en mi pecho en mi ser mujer en cada poro de mi piel en mi labios sellado tu beso y en mi cuerpo tus caricias en el viento tu olor y tu imagen reflejada en el espejo de mi alma estas aquí a un que no estés en cada lugar donde paseamos en cada sonrisa en cada la grima de mi llanto estas en mi recuerdo en todo puro sentimiento en cada hora minuto segundo de mis días y mis noches estas amor en mi ....aunque no estés (autora hadama)

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