El hombre, probablemente en su afán de saciar su apetito voraz al ver sus alternativas de cacerías limitadas o la escasez de alimentos en su alrededor, adoptó la postura de probar cada planta, fruto o cosa que estimara comestible. Justo en ese momento se posicionó por encima de todo animal y como buen roedor fue perfilando el paladar descubriendo infinidades de sabores y texturas en alimentos “listos para comer”, aunque hay que resaltar su paso desacertado en el descubrimiento de algunos alimentos dentro de la cadena alimenticia, esos que al final sus propiedades son casi nulas, poco convencionales o insignificantes como el pepino, el plátano, la sandía, el mismo melón, la guanábana, etc. Pero en la justa medida y sin contradecir la teoría de que “El plátano verde embrutece”, admito que el mofongo es la invención más gourmet y deliciosa para comer este banano gigante; por otro lado la hipótesis de que el pepino hidrata la piel al colocarse rodajas en el rostro, ha quedado descartada científicamente en recientes estudios. Igual que los melones y sandias, quizás estos son simples adornos como las calabazas para tiempos de Halloween y muchos insisten verla como frutas comestibles, puaf… Y antes de que terminen asombrados por mi pequeña lista de cosas incomestibles, permítanme decirles que TODOS tenemos un historial de cosas que creemos inapropiadas para subsistir por considerarlas desagradables o asesinas dentro del repertorio gastronómico que escogemos en una mesa.
Siempre he estado de acuerdo en que las patitas de cerdo o de cualquier otro cuadrúpedo sean devoradas sólo con el consentimiento de sus dueños y quizás ninguno permitiría tal cosa, o si? La psicología cultural que nos ha rodeado siempre, ha hecho posible desde nuestro nacimiento la preferencia o el desprecio de alimentos y sabores que asentamos en la etapa adulta: muchos consideran despreciables el rábano, otros la berenjena, algunos la zanahoria, y es aquí cuando sin duda alguna los vegetales llevan la delantera en el puesto de poca aceptación de la cadena alimenticia. 9 de cada 10 personas detesta un vegetal, cuando no más. Yo le tengo pánico a las comidas “achicharradas” al carbón, esas que pasan el grado de doradas o asadas volviéndose in apetecibles. Si el amor entra por la boca, según la teoría de las que aseguran que los hombres nos atrapan con un buen filete, entonces debo agregar que el mismo ha sido disfrutado previamente con un preámbulo ultra romántico en la cocina antes de ser presentado en el plato y si se cumple tal enunciado, entonces nos posicionamos en la categoría literal de ser “perros” babeantes que responden a un estimulo agradable ante la carne.
La tendencia actual vino a revolucionar la cocina trayendo posibilidades extensas para poner ese toque personal a una receta o un plato al preferirlo en un restaurant y no precisamente porque el estragón esté por encima de la verdolaga, una receta sencilla, poca condimentadas y con creatividad, le gana a una muy elaborada con tantos ingredientes que terminas volviendo locas tus papilas gustativas. Particularmente pienso que debería otorgársele un premio novel al inventor de la Ensalada Cesar, al creador de la “Creme Boullè”, del Tiramisú y enviar a la guillotina a quienes consideraron por varias décadas en la época del renacimiento, que el tomate era venenoso. Falta mucho por descubrir, las invenciones en la cocina no llegan a su fin por más revolución que cause Ferrán Adría con su emblemática cocina fantasiosa siendo vista por muchos visionarios de la alta gastronomía como comida futurista o de astronautas. La mixología vino para quedarse y las combinaciones de tragos y cocteles que pensábamos no eran posibles son hoy el trago mas exótico servido en una copa que muchas veces es encendida por un cerillo para producir el efecto deseado o activar en nosotros los motores al encontrarnos en una fiesta. Recomiendo en gastronomía probarlo todo, pero esta teoría no siempre produce resultados positivos cuando la predisposición o la fijación marcada en nosotros nos quita las ganas de echar una probadita al manjar que, en un plato nos desafía mezclado con ese ingrediente inoportuno … entonces, estamos frente a un cuadro de discriminación gastronómica?