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lunes, 15 de octubre de 2007

FE












Fé era lo que necesitaba para entender algunas cosas que con lo absurdo de la vida aveces no logramos comprender. Mi hermana Hilda, mi consentida, la que reía sin apuros y dejaba a flor de piel su sentido de humor delirante, ahora estaba algo cambiada. Estaba asistiendo a los cultos de iglesia evangélica y tomaba literalmente todo lo que un señor con doctrina poco ortodoxa y antigua predicaba.

Dejó de ataviarse, maquillarse y vestir a la moda. Ahora ornamentaba su cuerpo con ropa muy holgada y con faldas rectas o de mucha tela, cubriendo hasta por completo sus pies. Borró por completo la palabra cosmético, accesorios y moda.
En sus predicas de propagar su fe y su camino hacia la salvación, la escuché decir que ella no usaba accesorios al cuello porque los mismos eran sinónimos de cadenas y los mismos ataban el alma.

No quise refutarle nada, quizás ni siquiera estaba cerca de sus convicciones, a lo mejor teníamos creencias distorsionadas. Se alejó un poco de la familia y únicamente vivía para ir a sus cultos que eran dos veces al día y con vigilias de amanecidas varias veces a la semana. Descuidó su familia y sus hijos dejaron de ser el foco de atracción.

Quise dejar todo tal cual estaba, quise ignorar esta situación; en el fondo me molestaba mucho. No lo pensé dos veces y me decidí a hablar con ella, de nuevo pensé: “Soy yo quien está equivocado”. Le pedí a Dios que me diera entendimiento y cordura.

Comencé una conversación difícil de abordar (acaso no eran la religión y la política los temas mas controversiales para debatir con alguien?)
- Quiero me contestes la siguiente pregunta? Si el hijo del altísimo viniera de nuevo a la tierra en este tiempo, en pleno siglo XXI, como crees que vestiría? Calló por completo, como sin con esto recibiera una sacudida celestial. Por Dios, Jesús estaría ahora en jeans, zapatos cómodos, t- short, polos. (a lo mejor muchos piensen que blasfemo son esto, pero es una realidad) lo que quería y le hice entender a mi hermana, es que Dios no se anda fijando en las cosas superficiales tuyas, como el color de pelo que tienes, si estas a la moda, si usas accesorios, lentes de sol.

El Dios en el que creo, se fija exclusivamente en quien eres internamente, en lo que puedes hacer por tu prójimo. El Dios en el que creíamos, le decía: unía a las personas y mantenía a la familia tan sólida que nada podía disolverla.

Quienes se niegan a crecer y avanzar conforme a los tiempos y se quedan con paradigmas antiguos y errados, cuando son lideres (como el caso del pastor de la iglesia que frecuentaba mi hermana) hacían daño a quienes prestaban sus oídos para escucharle y seguir al pie de la letra sus doctrinas asqueantes.

Recordé a un compañero que perdió su matrimonio y a su adorada esposa por seguir una doctrina similar. Su iglesia le prohibía tener sexo aun con su esposa, porque le decía que el sexo era pecaminoso aun con su pareja y que sólo debía practicarse con motivos de procreación. Meses mas tarde, cuando se dió cuenta de que era algo errado esto; ya su ex esposa se había casado con otro. Desde ese momento quebrantó su fé cual copa de cristal. Hoy no cree en nada más que si mismo.

Mi hermana al final bajó la guardia, echó a un lado algunas creencias erradas y de nuevo acogió los principios de unión familiar. Yo por mi parte, oraba para no perder mi fé, para seguir creyendo, pues una vez dejas de hacerlo, dejas de tener ideales. Si la fé es creer en aquello que no podemos ver ni tocar, quienes la pierden, dejarán de hacerlo aun con las cosas que están visibles, pues su corazón cierra todas las ventanas de renovar el amor verdadero y encontrar el camino después de haberlo perdido.

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