7:43 p.m. recibí la llamada de mi estimada amiga Norma Perdomo, una singular mujer y a quien estimo muchísimo. Me preguntaba por qué yo sentía tanta rabia; después de haber leído mi blog.
Me sentí tan bien al escuchar sus palabras alentadoras; sentí fortaleza y aparté durante toda la noche mi soberbia. No programé hora para levantarme; esta mañana desperté casi a las nueve; tomé todo mi tiempo para hacer mi ritual sin prisa que incluye una ducha reconfortante, blanquear mis dientes y tomar ese rico café que comienzo a disfrutar con mi olfato.
Opté por el color amarillo para llenarme de positivismo, nisiquiera peiné mi nuevo corte que oscilaba entre un coco seco macheteado y las púas de un puerco espín. Reloj en mano, unas gotitas de Versace tras mis orejas y listo para enfrentar un día despejado de fantasmas, incertidumbres y cero tolerancia hacia los egoistas.
Me sentí tan bien al escuchar sus palabras alentadoras; sentí fortaleza y aparté durante toda la noche mi soberbia. No programé hora para levantarme; esta mañana desperté casi a las nueve; tomé todo mi tiempo para hacer mi ritual sin prisa que incluye una ducha reconfortante, blanquear mis dientes y tomar ese rico café que comienzo a disfrutar con mi olfato.
Opté por el color amarillo para llenarme de positivismo, nisiquiera peiné mi nuevo corte que oscilaba entre un coco seco macheteado y las púas de un puerco espín. Reloj en mano, unas gotitas de Versace tras mis orejas y listo para enfrentar un día despejado de fantasmas, incertidumbres y cero tolerancia hacia los egoistas.
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