Hace algunos dìas, mi hermana me suplicò para que le acompañara a ir de compras, cosa que detesto. Por lo general me gusta ir de compras solo, con calma y con la mente bien puesta del lugar en donde adquirirè lo que deseo.
Con la insistencia de la misma, accedì acompañarle, hacièndole la salvedad de que no durarìa màs de 3 horas con ella de compras. Al momento de dirigirnos a pagar, ella se alejò al mostrario de relojes. Mientras la veìa perder la vista en los diferentes modelos que ella obserbava, recordè una anècdota en uno de mis viajes con una compañera.
Imagìnense un paìs libre de impuestos a la hora de comprar. Tentaciòn por todos lados, aparte de que si visitas otro paìs, lo menos que puedes regresar a tu patria es con un detalle tìpico, un llavero, licor, lo que desees!
A primera hora de la tarde, nos dirigimos en una ciudad con tiendas por doquier. La mejor parte era la que ostentaba en sus vitrinas "Tax-Free". Mi compañera me tenìa mareada desde el desayuno con la insistencia de que deseaba comprar un Cartier y era la oportunidad perfecta para agazajar la muñeca izquierda de su delgado brazo.
Su nerviosismo aumentaba cada vez que pasaba por una relojerìa. Mis pies no me daban màs. Cansado, agotado y con la idea de tirar la toalla (en buen dominicano, significa rendirse) ... Dos horas màs tarde, no habìamos divisado la relojerìa Cartier. Su necedad era tan obstinada como su persistencia. Uf! Al fìn, la tienda frente a nuestros ojos. Me dije: ya falta poco, ya falta poco, entrarà en precio, comprarà el reloj y nos marcharemos al menos a tomar un cafè o un refresco.
No fuè asì. Mi compañera querìa ver todos los modelos. De hecho un simpàtico vendedor le atendiò y le ayudò asesoràndole con los diferentes modelos. Ahora ella querìa un descuento. Ya no era el modelo lo que preocupaba. El dilema, para no aburrirle la historia, no terminò ahì. Cartier, como terminamos apodàndole a esta singular mujer, dejò de comprarse el costoso reloj (segùn ella, por una diferencia de 50 dòlares)!
Cuando ella dijo "vàmonos" con las manos vacìas, yo querìa matarla literalmente. perder toda la tarde, dejar de compar otras cosas para acompañar a la chica Cartier para al final irse con las manos vacìas; es como para morirse de la risa. ( ja ja ja ja)
Miraba hace poco a mi amigo Julio con su inigualable Cartier decirnos a todos: Mìranos, estamos aquì ... ni siquiera me puse verde, me sonrojè o mirè el modelo ... Cartier? No gracias!
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